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La Navidad es la mejor época del año para muchos. Una época especial que según qué tipo de persona, se vive de manera diferente. Puede tratarse como una época de alegría, de celebraciones y de estar con la familia. Pero para muchos, también se trata de una época de nostalgia, de recuerdo de los que ya no están. Y con la situación actual que estamos viviendo tenemos claro que va a ser una Navidad difícil para muchos. Ya se viva esta época de una manera o de otra, es innegable que en estas fechas las emociones, sean positivas o negativas, se intensifican. Para una persona que sufre de alcoholismo, todo lo mencionado anteriormente se convierte en un factor de riesgo que puede aumentar el consumo de alcohol o bien, provocar una recaída en el mismo si existe abstinencia.

La Navidad como factor de riesgo

Entendemos los factores de riesgo como a aquellas circunstancias que provocan en la persona que quiera consumir alcohol. En la Navidad hay dos factores que se pueden identificar claramente. Factores de riesgo internos y externos. Los internos se tratan de los pensamientos, las emociones de la persona. Por las externas se entiende el contexto, la situación con la que cuenta la persona a su alrededor. Por ello decimos que la Navidad tiene una alta incidencia de estos factores, porque están muy concentrados en el mismo período de tiempo.

Y es que esta época del año está ligada a las comidas y cenas navideñas en la que se juntan familiares y amigos para celebrar las fiestas. Aunque este año se haga en menor medida por la actual crisis sanitaria. Y estas comidas/cenas implican comer y beber como si fuese nuestra última comida en la vida. Para aquella persona que sufre alcoholismo estar rodeada de personas que están consumiendo alcohol sin ningún tipo de moderación hará que sienta el deseo de consumir. El hecho de que todo el mundo beba sin ninguna restricción le hace pensar que es la excusa perfecta para hacerlo también.

Las comidas/cenas navideñas suponen un factor de riesgo externo al consumo de alcohol

En contrapartida tenemos que las emociones negativas pueden ser desencadenantes del consumo de alcohol. Y es que este tiene un papel importante a la hora de disminuir de manera temporal los síntomas de la ansiedad, la tristeza o la culpa. Esto hace que muchas personas consuman alcohol, disminuir este tipo de emociones. Y como hemos mencionado anteriormente, la Navidad puede ser una época de nostalgia o tristeza, por eso en este sentido se convierte en un factor de riesgo.

Y es entonces cuando llega enero. Ese mes donde suele aumentar la demanda de tratamiento para el alcoholismo. La persona que bebe a menudo suele disparar enormemente su consumo en Navidad. Y aquella persona que se encontraba en abstinencia puede sufrir una recaída.

Estrategias y herramientas de prevención

Para disminuir este riesgo existen ciertas estrategias y herramientas de prevención. Es importante contar con el apoyo de alguien cercano. Si nos sentimos tristes o con nostalgia es mejor hablar con esa persona de confianza para disminuir el peso de esos sentimientos. Si aparecen las ganas de consumir alcohol se le debe comunicar de igual manera a esa persona de confianza. Su ayuda puede ser determinante para evitar una recaída, pues puede mantenernos ocupados y distraernos de esos pensamientos.

Tener una persona de confianza puede ser infalible para controlar el consumo de alcohol

Para las cenas de empresa o amigos, aunque este año se celebren pocas o ninguna, lo mejor es la evitación. Si una cena supone una tentación muy grande lo mejor es no acudir para evitar esa tentación. El alcoholismo se trata de una enfermedad y se debe actuar como tal. De igual manera que si uno tuviese gripe no iría a la cena se debe actuar de igual manera con el alcoholismo. La salud de uno por encima de todo.

En cuanto a las cenas familiares. Lo idóneo sería que todo el mundo tuviese conocimiento del problema. De esa manera se podría suprimir el alcohol en la cena. Pero en ocasiones no todo el mundo está preparado para contar algo así, entonces lo mejor es contar con una persona de confianza en la cena. La simple presencia de esa persona de confianza puede ser suficiente para evitar el consumo de alcohol de la persona en tratamiento.